Nos pareciera vivir en una edad moderna, en la que creemos
entender muchas cosas y tener control de nuestra vida; pero veo que en tanto incrédulos
como religiosos, hay una idea de dios en sus mentes que es producto de su
imaginación, y que mantiene a una parte de la humanidad en esclavitud e ignorancia,
como lo ha sido desde hace miles de años de historia.
Si leemos lo que dice al apóstol Pablo en el libro de
Hechos:
Siendo [la
humanidad], pues, linaje de DIOS, no
debemos suponer que la Divinidad es semejante a oro, o plata, o piedra,
escultura de arte y de imaginación de hombres. (Hechos 17:29)
Nos parece ya a muchos un poco obvio, hoy en día, entender
que dios no es semejante a oro, plata, piedra o escultura de artes; pero no veo
tan obvio, hoy por hoy, el dios en la imaginación de muchos hombres que lo siguen,
sin más base que sus propios pensamientos e imaginación, sin ningún otro sustento
real.
Podemos entender como cristianos, que tal comportamiento sea
del mundo y no de un verdadero cristiano, pero con sorpresa vemos que muchos
llamados cristianos, no tienen más sustento en su fe que su propia imaginación
y pensamientos. Tienen un dios en la medida de sus pensamientos e imaginación,
más que en la realidad de Quien es El verdaderamente. Esto en la práctica nos
evidencia que hay muchos “Jesús” diferentes al Jesús bíblico, acomodado a los
pensamientos e imaginación de cada “creyente”, el Jesús al gusto y medida de
cada persona…
¿Y qué valor tiene
esto?; ninguno, es seguir en la idolatría y en la ignorancia; pues el hacernos
un dios (Jesús) a nuestro gusto, es la misma forma básica de idolatría de la
cual el Señor nos quiere sacar, es adorar la obra de nuestras manos (producto
de nuestros pensamientos e imaginación para la auto adoración).
Y pronunciaré mis sentencias contra ellos a causa de toda
su maldad, porque me abandonaron, quemaron incienso a dioses extraños y se
postraron ante las obras de sus propias manos. (Jeremías 1:16)
Hoy la idolatría está más disfrazada y menos evidente que en
la antigüedad; pues en el mundo los ídolos muchas veces ya no son estatuas de
oro propiamente tal, pero si el oro mismo es un ídolo; ya no son estatuas de
plata, pero si el poder del dinero; ya no son piedras preciosas; pero si la
aparentes firmezas de ciertos sistemas humanos; ya no son las obras de arte;
pero si el desarrollo humano en sus conocimientos y/o técnicas, ciertas colosales
obras humanas, etc. En la imaginación del hombre siguen los ídolos, en el cual
ponen sus confianzas y su futuro terrenal, se inclinan ante ellos y los adoran;
cosas que adolecen del verdadero poder de salvación y prosperidad eterna.
No es muy distinto en el mundo religioso; donde los ídolos toman
formas muy diversas, y siempre disfrazándose de mensajes de verdad; pero sin sustentos
más que en la imaginación y pensamientos del hombre (muchos de ellos heredados
por tradiciones de hombres llamadas “sagradas”).
¿Y qué valor tiene esto? Ninguno; sólo pérdida de tiempo y
trampas cada vez más sofisticadas del enemigo, para engañar al mundo y la
humanidad.
Los ídolos hoy son más sofisticados, en la misma medida, que
la ciencia y conocimiento del hombre han avanzado; pero tienen el mismo NULO
PODER DE SALVAR AL HOMBRE que tenían en la antigüedad.
Hay varios “Jesús” para todos los gustos, cultos y ceremonias
también; en la imaginación de los hombres diferentes visiones de Dios distorsionadas;
y acomodadas a cada interés humano sectario en particular (incluso los
musulmanes tienen su propia visión de Jesús).
Si realmente queremos adorar el PADRE en ESPÍRITU y en VERDAD
como nos señala la Escritura; debemos buscar al Jesús de Nazaret verdadero que dan
testimonio las Escrituras (que vino a esta tierra y habitó entre nosotros, y
del cual dan testimonio los escritos); y desechar cualquier visión
distorsionada de EL sin sustento, que tengamos producto de los pensamientos y/o
imaginaciones de hombres que hayamos recibido y adoptado.
DIOS es Espíritu; y los que adoran, deben adorar en
espíritu y verdad. (Juan 4:24)
Sólo así, creyendo en el verdadero Jesús que enseñan las
Escrituras, de nuestro interior correrán ríos de agua viva.
El que cree en Mí como dice la Escritura, de su vientre
fluirán ríos de agua viva. (Juan 7:38)
Si creemos en un Jesús diferente al que enseñan las
Escrituras, no correrán de nuestro interior ríos de agua viva, por mucho que
creamos; pues no estaremos creyendo al verdadero. Debemos tener cuidado en este
punto; por un lado: mientras más precisa sea nuestra visión del verdadero Jesús
de la Escrituras, mayores serán los raudales de agua que fluirán desde nuestro
interior; por otro lado, mientras más lejana sea nuestra visión del verdadero
Jesús de las Escrituras, menor será el fluir de nuestro interior, llegando a un
punto vacío, de sequedad; pues nos hemos ido tras un “Jesús” diferente al que
enseñan las Escrituras, pero sin poder de Dios al creer en él, pues no es la
Verdad.
Este conocimiento preciso de Jesucristo es lo que vemos que motivaba
al apóstol Pablo, tomando todo por basura (estiércol) comparado con Su
conocimiento real:
Y ciertamente aun estimo todas las cosas como pérdida por
la superioridad del conocimiento de CRISTO JESÚS, mi Señor, por el cual perdí
todas las cosas, y las tengo por estiércol, para ganar a CRISTO,… (Filipenses
3:8)
Veo que es una gran oportunidad que tenemos por delante, de
afinar nuestra visión, de ver al Santo, Fiel y Verdadero; ver cada día más su
gloriosa realidad, es decir, la REALIDAD. Conocer al verdadero Jesús de Nazaret
y su obra en la cruz, es el único camino real y sólido de buena aventuranza eterna; no hay otro medio. Es una
gran oportunidad de ir conociéndolo día a día, en su gloria y majestad.
La lucha que tenemos con esas visiones distorsionadas del
dios en nuestra imaginación, sólo puede ser quitada en el conocimiento de la
Verdad, Jesucristo es la Verdad. Veo que si queremos un fluir mayor desde
nuestro interior, debemos creerle al verdadero Jesús, y no a esas visiones distorsionadas
de Jesús, producto de nuestra imaginación, ignorancia, prejuicios y/o comodidades
personales; debemos creer al Jesús que dan testimonio las Escrituras y el Espíritu
Santo nos enseña a conocer.
El Jesús que murió, resucitó y venció la muerte; debemos
verlo desde el otro lado de la cruz; donde le veremos tal cual es, y su obra. Debemos verlo con nuestro viejo hombre crucificado junto con él, pues de otra manera, no seremos objetivos y precisos en nuestra visión del El, pues sólo veremos lo que nos conviene ver según la carne.
...sabiendo esto: que nuestro viejo hombre fue crucificado con Él, (Romanos 6:6)
Lo que es nacido de la carne, carne es; y no es posible tener una visión correcta de Dios desde la carne, sólo lograremos llegar a una visión sofisticada pero carnal, y por lo tanto, producto de nuestros pensamientos y/o imaginación; y sin poder ni sustento real.
Lo nacido de la carne, carne es y lo nacido del Espíritu, espíritu es. (Juan 3:6)
Por otro lado, si nos mantenemos del otro lado de la cruz, con Cristo juntamente crucificados, pero vivos para Dios; y ya no velando por nuestros intereses terrenales; podremos verlo tal cual es; e ir conociendo al verdadero Jesús, del cual dan testimonio las Escrituras; y al creerle desde nuestro interior correrán ríos de aguas vivas.
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