domingo, 2 de diciembre de 2012

En Casa de mi Padre


Leemos del evangelio de Juan, lo que Jesús nos dijo:

En la Casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho; porque voy a aparejaros el lugar. Y si me fuere, y os aparejare el lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:2-3)

Se ha interpretado erróneamente, que esto se refiere a la segunda venida de nuestro Señor (en el futuro), pero en verdad no es así, sino que nos está enseñando un verdadero misterio de la verdadera vida cristiana, en Cristo.
El Señor nos enseña que después de su muerte y resurrección nos tomará a sí mismo, para que habitemos donde él está, ¿Dónde? A la diestra de Dios en las alturas.

Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está el Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con el Cristo en Dios. (Col 3:1-3)

Nos enseña cómo llegar a ese lugar, que nuevamente es él mismo:

Así que sabéis a dónde yo voy; y sabéis el camino. Le dice Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dice: YO SOY el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:4-6)

También nos enseña, a Quien vemos en la luz de su rostro:

Si me conocieseis,  también a mi Padre conoceríais;  y desde ahora le conocéis,  y le habéis visto. Felipe le dijo:  Señor,  muéstranos el Padre,  y nos basta. Jesús le dijo:  ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros,  y no me has conocido,  Felipe?  El que me ha visto a mí,  ha visto al Padre;  ¿cómo,  pues,  dices tú:  Muéstranos el Padre? (Juan 14:7-9)


También la Biblia nos enseña donde habita Dios, ya que él no habita en casa hecha por mano humana, pero tiene un lugar de habitación:

Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas,  según las tradiciones de los hombres,  conforme a los rudimentos del mundo,  y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, (Col 2:8-9)

La casa del Padre, es Cristo (en esta creación, él es el verdadero templo que levantó al tercer día); en él hay muchas moradas, y el fue y preparó lugar para nosotros, y volvió y nos tomó a sí mismo; para que estemos donde él está. Lo explica en los siguientes versos:

Aún un poquito, y el mundo no me verá más; sin embargo vosotros me veréis; porque yo vivo vosotros también viviréis. Aquel día vosotros conoceréis que yo soy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. (Juan 14:19-20)

Fue un poquito, lo que nos dejó solos (desde su muerte hasta su resurrección y ascensión) , pero volvió y le vemos, es su vida por la cual vivimos, y hoy sabemos que él es en el Padre, nosotros en él, y él en nosotros. Esto sólo se cumple en la fe, como él dijo ¿Creéis en Dios? Creed también en mí…

Hoy no hay posibilidad de unidad, sino sólo en Cristo; el Señor ya hizo la oración y lo explicó, en Cristo somos uno con el Padre, con él y entre nosotros…, fuera de Cristo sólo hay desolación, Cristo es el camino y el lugar…, sólo en él, damos verdadero testimonio.

Mas no ruego solamente por éstos,  sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno;  como tú,  oh Padre,  en mí,  y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros;  para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste,  yo les he dado,  para que sean uno,  así como nosotros somos uno. Yo en ellos,  y tú en mí,  para que sean perfectos en unidad,  para que el mundo conozca que tú me enviaste,  y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre,  aquellos que me has dado,  quiero que donde yo estoy,  también ellos estén conmigo,  para que vean mi gloria que me has dado;  porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. (Juan 17:20-24)

Ya conocemos el camino, y ya estamos en Cristo sólo por medio de la fe; permanezcamos en la fe (en él), como él permanece en nosotros.

Permaneced en mí,  y yo en vosotros.  Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo,  si no permanece en la vid,  así tampoco vosotros,  si no permanecéis en mí. (Juan 15:4)

Ya debemos saber, que el Señor ya cumplió estas palabras, y no debemos esperarlas para el futuro, sino que debemos procurar entrar y buscar cada día más, esta bendita realidad en él, por la fe; a la Casa de su Padre, que ya tenemos un lugar en él.

En la Casa de mi Padre muchas moradas hay; de otra manera os lo hubiera dicho; porque voy a aparejaros el lugar. Y si me fuere, y os aparejare el lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. (Juan 14:2-3)

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