Jesús dijo: Entrad por la
puerta estrecha: porque el camino que lleva a perdición es ancho y espacioso; y
los que van por él, son muchos. Porque estrecha es la puerta, y angosto el
camino que lleva a la vida; y pocos son los que lo hallan. (Mat
7:13-14)
Quiero
reflexionar un poco, acerca lo que Jesús nos enseñó; la puerta estrecha y el
camino angosto; y referirme específicamente al camino angosto, que debemos
transitar.
Antes, debemos notar cual es la puerta. Y cual es el camino, acá pueden verlo
claramente:
YO SOY la puerta; el que por
mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan 10:9)
Primero,
debemos ver muy claro que la puerta es el Señor mismo, el que no entrare por
él, no será salvo; no saldrá de sus prisiones (pecado) y no hallará alimento para su
alma.
Jesús le dice: YO SOY el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Juan 14:6)
En
segundo lugar, el camino que debemos recorrer, para llegar a nuestro destino
final y objetivo (el Padre); es el Señor mismo, nuevamente. Nadie puede
avanzar, si no corre la carrera en Cristo; es Cristo el camino que debemos
correr, para llegar al Padre.
Teniendo
el contexto general claro que acabo de exponer, que la puerta que nos saca de
nuestras prisiones (el pecado) es Cristo; y el que nos lleva al Padre, es un
camino que es él mismo. Nos preguntamos ahora:
¿Qué
quiso decir el Señor cuando dijo “y angosto el camino que lleva a la vida”?
Nota
lo siguiente: No dijo que el camino que lleva a la vida era difícil, ni tampoco
dijo que el camino a la vida se estrechaba en el futuro; sino dijo que ese camino era
angosto siempre. ¿Qué significa eso?
El
otro día mientras salía a caminar y meditar, caminé por la parte superior de un
muro de unos 30 cm de
ancho (nada de alto, pero largo), en la costanera del Estrecho de Magallanes; y
mientras caminaba sobre el borde superior del muro, meditaba acerca del camino
angosto, que habla el Señor.
Mientas
caminaba me di cuanta de dos cosas, que yo creo son muy importantes distinguir:
Primero:
El Señor no dijo que el camino se iba angostando, sino dijo que era angosto (se entiende que todo el camino); la
característica del camino, era que era angosto; no que será angosto; sino que
es angosto de principio a fin. Yo antes pensaba, que lo angosto venía después (eso había escuchado),
pero no es lo que él dijo, sino que dijo que era angosto.
Segundo:
Mientras caminaba, me di cuenta que para no salirme de mi camino estrecho (la
parte superior de ese muro), tenía que estar muy atento, de manera de no
desviarme ni a derecha, ni a izquierda, para no salirme. No era difícil el camino, pero si
requería de toda mi concentración; pues si daba un par de pasos errados, inevitablemente
saldría del camino (eso no quiere decir que luego no lo podría retomar, pero no
era la idea salirme de mi camino angosto).
Ahora
les puedo compartir mis conclusiones en el Señor:
El
camino que tomamos una vez que entramos por la puerta, es el Señor mismo, es
decir, debemos andar en Cristo (a lo mejor para estos tiempos la palabra más
apropiada no es andar, sino correr) o correr en Cristo.
¿Y
cómo andamos (o corremos) en Cristo?
Bueno,
siendo guiados POR SU ESPIRITU, es decir, obedeciendo su voz interior que nos
habla y enseña todas las cosas. No hay forma de poder avanzar en este camino a
las alturas, si nos es por la guía permanente y continua del Espíritu Santo en
nosotros; y para eso debemos PONER EL MAXIMO DE NUESTRA ATENCIÓN (mirar, velar y orar),
para no desviarnos ni a derecha, ni a izquierda. Ya que debemos notar, que el
camino es angosto ahora (y después también lo es); y si hoy transitamos por un camino
ancho y espacioso, lo más probable es que nos hayamos extraviado; en alguna parte del
camino perdimos la guía del Espíritu Santo interior en nosotros, y debemos
diligentemente buscar hoy nuevamente su voz y guía.
Ahora
podemos ver que este camino es siempre angosto, y a la vez no es difícil (pero
imposible para el hombre natural); pero si requiere de que lo pongamos en el
primer lugar de nuestra vida, o perdemos nuestro tiempo. Primero debemos buscar
el reino de Dios y su justicia, y las otras cosas son añadiduras que el Señor
nos da según nuestra necesidad real. No hay forma de seguir este camino, sin la
guía del Espíritu Santo, y para oírlo, debemos poner toda nuestra atención;
para aprovechar bien el tiempo; es una gran oportunidad que tenemos cada día,
cada hora, cada minuto y cada instante; no dejemos de oir su voz interior en
nosotros cada día, que nos guía a completa santidad, para poder estar ante la presencia
del Padre, con gran alegría.
El camino es angosto, es decir, en cada momento necesitamos su guía en nosotros (para no desviarnos), y para eso debemos despojarnos de todo lo que nos pesa, y del pecado que nos estorba. Para poder oír claramente su voz, y avanzar en esta carrera celestial, carrera imposible para el hombre; pero para el que cree, todo es posible.
Un abrazo a todos, en Cristo.
2 comentarios:
Excelente exposicion.
El camino angosto que lleva a la puerta estrecha de la vida, están interrelaciónados. Las orillas del camino conectan con los columnas de la puerta. Y, aunque la puerta está abierta muchos no podrán pasar y otros no podrán mantenerse en el camino. Son pocos los que lograrán ese objetivo. La clave está en el libro de apocalipsis.
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